Refuerzo positivo

Educar a los más peques en el refuerzo positivo tiene numerosos beneficios en su comportamiento y la percepción que tienen sobre ellos mismos. Pero, ¿qué es exactamente el refuerzo positivo y cómo se puede emplear dentro de las aulas?

El refuerzo positivo es un recurso utilizado en educación que se enmarca dentro del condicionamiento operante. El condicionamiento operante es una forma de enseñanza en la que los niños y niñas tienen más posibilidades de repetir un determinado comportamiento que conlleva una respuesta positiva, como una sonrisa o una palabra amable. Es decir, el refuerzo positivo, como su propio nombre indica, consiste en ofrecer a los peques un estímulo positivo, una pequeña recompensa (que no tiene por qué ser material) cada vez que se comportan de una determinada manera. Por ejemplo, ofrecerles una felicitación o una carita sonriente cada vez que recogen por sí mismos sus juguetes o contestan de manera correcta una pregunta de matemáticas.

Aquellos niños y niñas que reciben refuerzo positivo suelen desarrollar una mayor confianza en sí mismos y en sus actitudes académicas. Este tipo de educación ofrece numerosas ventajas en los más pequeños, entre las que se encuentran:

  • Fortalecer la autoestima de los niños y niñas. Cada vez que hacen bien una tarea, saben que serán recompensados. Les hace sentir válidos, y sienten que se les tiene en cuenta. De esta manera, los niños crecen con una imagen más fuerte de sí mismos.
  • Motivación. Como los niños y niñas recibirán una recompensa agradable, estarán más dispuestos a realizar aquellas tareas y responsabilidades que pueden resultarles un poco más difíciles o tediosas, como estudiar, recoger o hacer la cama.
  • Delimitar los significados. Si reciben una respuesta positiva por su comportamiento, les resultará más sencillo identificar cuándo están actuando de la manera correcta y cuándo se están comportando mal.

Como hemos explicado, el refuerzo positivo no tiene por qué ser un premio material. Además, para que sea efectivo, es necesario que los niños sepan cuál será su recompensa antes de realizar la actividad. Por ejemplo, el profesor puede decirles a sus alumnos que, si se portan bien a lo largo de la clase, los últimos minutos de la misma realizarán alguna actividad más amena, como un juego. En casa, un padre le puede decir a su hijo que, si termina los deberes, puede escoger la película que se verá esa noche o podrán dar un paseo por el parque.

¡Cuidado! No se trata de chantajear al peque, sino que sienta que su esfuerzo merece la pena. Sin embargo, hay que tener cuidado. Un uso excesivo de este tipo de refuerzos puede provocar que actúen más por la recompensa que por mejorar su comportamiento. De ahí la importancia de que no todo refuerzo positivo sea material. Como ya hemos explicado, una sonrisa, una palabra amable, un reconocimiento por el esfuerzo, es más que suficiente para que los niños y las niñas sientan que su trabajo merece la pena.

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